domingo, 7 de julio de 2013

Capítulo 23: Zayn...



El dolor de cabeza estaba presente en mi cabeza. Me apoyé en mis codos mirando a mi alrededor en busca de él. No estaba. Se debería haber ido por la noche. Recordé la noche pasada y no pude evitar que unas lágrimas rodaran mis mejillas. Me giré en busca de mi móvil. En lugar de este encontré una nota que decía:


Pequeña, cuando te despiertes me avisas. Necesito saber que estás bien y sobre todo, necesito saber que te pasa. Zayn xx

Joder, no sé como afrontar esta situación. Quiero verle, es más, lo necesito. Pero no estoy preparada para contarle la verdad, al menos todavía no.

No le diré que me he despertado hasta más tarde. Pensé.

Me fui al aseo, me lavé la cara y bajé a comer algo, y ya de paso tomar algo para la cabeza.
Mi madre no estaba en la cocina, que extraño. Me acerqué a su habitación. Tampoco estaba. De nuevo en la cocina me fijé que había una nota que decía que se había ido con mi padre a no se que de un trabajo, también me decía que tenía tortitas en el horno, que despertase a mi hermano pronto y que limpiase mi habitación. ¿Limpiar mi habitación? Lo siento, pero no. La cabeza me supera.
Desperté a mi hermano, me preparé el desayuno y me lo llevé a la cama. Tenía pensado pasarme, si puede ser, todo el día en ella.

Cuando terminé de desayunar, me tomé la pastilla y me quedé otra vez durmiendo.

-...Ainhoa, despierta.

-Es la hora de comer, cielo -noté que mi madre me llamaba.
-Me encuentro mal, mamá.
-¿Te duele la cabeza?
Asentí.
-¿Te has tomado algo?
Volví a asentir.
-No me apetece comer.
-Vale, sigue durmiendo.
-Gracias.

Cuando ya estaba en el umbral de la puerta se gira.

-Por cierto, me ha dicho tu hermano que te ha llamado Zayn que cuando te despiertes que le llames.

Zayn... Tenía que llamarle... Duermo un poco más y le llamo.

***

-¿¡QUÉ PASA!?

Me desperté alterada, sudando, y con un dolor de cabeza peor que el de antes. Odio tener pesadillas. El corazón me iba muy rápido. Y mi respiración era irregular. Me sentía sin fuerza alguna. No paraba de llorar.

-Eh.... Tranquila, estoy aquí.

Me quedé mirando le sin poder creer que era él. ¿Qué hacia aquí?

-Zayn...
-Shhhh.

Me abrazó y me volvió a tumbar en la cama.
Me quedé callada, llorando en su pecho. Él estaba al lado mío. Ahora mismo era lo que necesitaba. un abrazo de él.

No recuerdo el tiempo que me quedé abrazada a él.

-Ainhoa, ¿qué te pasa? -me dijo pasándome la mano por el pelo.- ¿Me lo vas a contar?
Negué con la cabeza.
-Bueno, pues cuando puedas, yo te escucharé -y me dio un beso en la cabeza.

No pude evitar llorar más. Este chico era un amor. Y yo lo estaba estropeando todo por mis putos problemas. Si nada de eso hubiese pasado...

-Ven -me tendió una mano.- Métete en la ducha que yo te voy a preparar algo de comer.

Le sonreí y el di un leve beso en los labios.

-Gracias... -le susurré.

Salió de la habitación y yo me metí al aseo. Tenía una pinta horrible. Pelos desgreñados, ojeras marcadisímas, ojos muy rojos, piel pálida. Parecía un muerto viviente. No sé como Zayn seguía a mi lado.
Me quedé mirando me a los ojos. Esos ojos que habían soltado demasiadas lágrimas en tan poco tiempo. ¿Cuánto tiempo llevaba ya? Unos seis meses, más o menos, creo. Otra lágrima volvió a aparecer. Me quité la camiseta y el pantalón quedando me en bragas. Me puse a observarme. Lo que había cambiado. Que feo estaba ahora. Marcas en las caderas. Cicatrices debajo de los brazos, detrás del cuello, una en el culo, otra en mi frente tapada por mi pelo, en brazos y piernas habían unas pocas más pero estas se disimulaban un poco, parecían heridas de caídas, aunque unas lo son. Lo son de huir de él. Caídas, latigazos,... Meneé la cabeza e intenté sacar todos esos pensamientos de mi cabeza. Respiré profundo y enchufé el grifo.

Una vez estaba fuera de la ducha y ya me había vestido con pantalones de deporte anchos y una camiseta ancha también bajé a ver como iba Zayn.

La cocina olía fatal.

-Que peste. ¿Qué estás haciendo?
-Preciosa -dijo Zayn con tono de sorpresa nada más verme.- Verás...
-Déjame a mi anda.
-Yo lo he intentado, pero esto no se me da bien.
-Ya lo sé -digo sonriendo.
-Has sonreído -dijo asombrado.
-La intención es lo que cuenta, ¿no?

Se acercó y me besó dulcemente. Yo me dejé pero enseguida me alejé de él. Me sentía un poco incómoda. Me di la vuelta para ver lo que estaba haciendo. Pizza al horno.

-¿No sabes ni hacer una pizza?
Negó con la cabeza.
-Bueno, pues vamos a hacernos unos bocadillos y ya está.
-¿Se te ha pasado el dolor de cabeza?
-Sí, gracias.

Nos sentamos a comernos los bocadillos en el sofá, uno al lado del otro. Ahora si que estaba a gusto.
Antes me habían venido imágenes a la cabeza que me daban repelús.

-Son las nueve. ¿Vemos una película?
-Me has leído la mente.
-¿Cuáles tienes?
-Están en el cajón.
-¿Y el cajón es...?
-Ah, sí, perdón. El de debajo de la tele.

Se acerca y saca unas cuantas.

-¿Iron Man 3?
-Ui, si si, que aun no la he visto.
-Pues decidido -me sonríe.

Cuando la ha puesto se vuelve a sentar a mi lado, pero esta vez con la diferencia de que el digo que se acuesta y yo me apoyó en él. Ahora les agradezco a mi padres el haber comprado un sofá bastante grande.




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