sábado, 27 de julio de 2013

Capítulo 5: ¿Por qué? ¿No puedo?


Pasaron varios días y ya era hora de irme de París y poner rumbo a Los Ángeles  Nos tuvimos que levantar pronto para poder tenerlo listo dos horas antes de que el avión despegase. Yo aún no entiendo porque ahí que estar dos horas antes en el aeropuerto. Cogí mis maletas y las puse en el taxi. Echaré de menos está casa me gustaba mucho y la ciudad es genial, una de las mejores en las que he estado, espero que la casa de LA me guste más.

Cuando ya lo tuvimos todo listo, nos montamos en el taxi y nos pusimos rumbo al aeropuerto que nos llevaría rumbo a Los Ángeles. Estaba nerviosa. Nunca había en una ciudad cómo esa y además, no me iba a servir de nada el profesor que me había puesto mi padre, allí tendría que ir a un colegio. Solo espero que no sea un internado o un instituto para pijos. Los odio, no los soporto. No soporto a la gente que te mira por encima del hombro creyéndose mejor que tú solo porque no hagas lo que ha ellos le gusta o no vistas cómo ellos quieren. "Tienen envidia de ver que tu vida es mejor que la suya" es lo que siempre digo yo y creo que es lo que piensan la mayoría de las personas.

-¿Vas a dormir en el avión? - me pregunta Niko interrumpiendo mis pensamientos.
-¿Qué?
-¿Qué si vas a dormir en el avión?
-Supongo que sí. Tengo sueño, ¿y tú?
-Supongo que también.
-Es que el trayecto es bastante largo.
-Sí, tenemos que pasar un océano entero.
-¡Que guay! Vamos a sobrevolar el océano.

Mi hermano empezó a reírse de mi comentario. Me veía tan infantil que se reía de todos mis comentarios. Decía que parecía una niña pequeña diciendo eso.

-No te rías de mí.
-¿Por qué? ¿No puedo? - me pregunta él entre risas.
-No, no re dejo - empecé a reírme yo también por la cara que puso.
-Ahora te ríes tú de mí.
-Es tu cara es buenísima.
-Que mala eres.

Dicho eso se dio la vuelta y se puso a mirar el paisaje.

-No te enfades conmigo, me tendría que enfadar yo contigo por reírte tú primero.
-No me he enfadado tonta - me dijo pellizcándome la mejilla.
-Ay! Qué me haces daño.
-Tú siempre quejándote.
-No me quejo, solo que me has echo daño. Seguro que ahora tengo la mejilla roja - dije acariandome la mejilla.
-Que delicada se ha vuelto la niña.
-Ya hemos llegado, venga bajar del coche - dijo mi padre.

Hora de sumerjirme otra vez en mis pensamientos hasta que montamos en el avión y me duerma.
Estuvimos dos horas esperando. Yo ya estaba aburrida de esperar y me alere mucho al oir la llamada de nuestro avión. Subimos al avión y una azafata muy maja nos indico nuestros asientos. Mi hermano se le quedó mirando, seguro que le había gustado su fisico y ahora me mandaria a que le pidiera su número para él, así que para ahorrarme tener que ir me puse deprisa mis auricules, enchufé el iPod y cerré los ojos en señal de que quería dormir.

Me desperté sobresaltada, había tenido una pesadilla en la que el avión en el que iba se eatrellaba. Me levante rápido de mi asiento y me dirigí al aseo. Una vez allí me lavé la cara, tenía unas ojeras terribles.

-Qué guapa que eres Ainhoa - me dije a mi misma con tono irónico.

No sé porque pero empecé a poner caras raras frente al espejo. Es una cosa que solía hacer con Alba, la echaba de menos, desde que hablé con Nuria no he vuelto a saber nada de ella. La muy tonta no me llamaba ni en un rato libre que tuviese. Yo la había llamado ya unas cuatro veces y todas me salía que tenía el móvil apagado o fuera de cobertura. Casi nunca tenía el móvil enchufado decía que si no le distraía mucho. Salí del aseo y volví a mi asiento. Mi hermano y mis padres estaban durmiendo, yo intenté volver ha hacerlo pero era imposible no podía. Cogí mi móvil y me puse a mirar Twitter. Vi una cosa que me hizo sobresaltarme un poco, One Direction iba a viajar a EEUU en tres días, ojalá vayan a LA, me gustaría verlos aún que sea de lejos.

Una voz nos indicó que teníamos que atarnos los cinturones que íbamos a aterrizar. Empecé a sentir un cosquilleo en mi barriga, sentía que el tiempo que iba a pasar en Los Ángeles iba a ser inolvidable pero no sabía por que.

Nis dirigimos todos a por nuestras maletas. Las buscamos durante un rato ya que no aparecían. Luego, salimos del aeropuerto y había un chico joven con un cartel en el que estaba puesto nuestro apellido. Mi padre se acercó ha hablar con él y después de cinco minutos nos indicó que nos acercáramos.


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