martes, 11 de diciembre de 2012

Capítulo 2: Sííí, de tiendas por París.

Me levanté de buen humor. Hoy sentía que iba a ser un buen día. Me fui a dar una ducha, me llevé mi radio-caset y puse la música a tope. A la media hora salí. Cuando ya me había peinado y vestido.

(Así)  













Bajé a desayunar y allí me encontré con mis padres.

-¡Buenos días! - dije abrazándoles.
-Mm.. se nota que alguien se ha levantado con el pie derecho esta mañana - dijo mi padre revolviéndome el pelo.
-Sí, no como otros a los que no le gusta que le despierten con la música a toda castaña.
-Lo siento mucho hermanito - dije besándole por toda la cara.
-Sí, venga pero para ya.

Todos nos empezamos a reír y comenzamos a desayunar.

-Ricas tortitas - dijo mi hermano cogiendo tres de golpe y llenándose la boca a revosar.
-Sí pero no te las comas todas de golpe que te vas a atragantar - le advirtió mi madre.
-Bueno papá y ¿a donde vamos hoy? - pregunté yo llevándome un trozo de tortita a la boca.
-Había pensado en irnos a ver la Torre Eiffel y museos y luego, por ir a comer a un restaurante en el que ya he reservado mesa.
-¿Y por la tarde?
-Bueno por la tarde yo tengo reunión, si os queréis ir vosotros.
-Sííí, de tiendas por París - dije yo dando palmas.
-Vale, y después...
-Y después a descansar, que llevaremos todo el día por ahí, mañana si eso más.
-Joeer - se quejó mi hermano.
-Venga, iros a terminar de arreglaros y nos vamos - concluyó mi padre.

Subía mi habitación a retocarme el pelo y a ponerme un poco de gloss. Cogí mi móvil y bajé al salón y aún quedaba mi hermano por bajar.

 -¿Aún no ha bajado? -pregunté sentándome en el sillón.
-No, hija, ya sabes cómo es tu hermano, hasta que no se come el espejo no termina.
-¿Qué habláis de mi? - dijo mi hermano entrando en el salón.
-Nada, - dice mi padre - ¿nos vamos?
-Claro.

Fuimos saliendo, andamos hasta el coche que le habían dejado a mi padre. Era un Audi A8, así que ingeniároslo. Un cochazo. Nos montamos, mi padre programó el navegador y nos pusimos camino a ver el primer museo.

-No se lo montan nada mal los de tu empresa, eh  papá - dice mi hermano.
-Está chulísimo - digo yo.
-Más quisieras tu uno así, enana.
-Lo querrás tú, yo tendré uno mejor que este.
-No sé con que dinero te lo comprarás si no estudias.
-Sí que estudio, el que no estudia aquí eres tú.
-Yo ya me saqué mi graduado es su día.
-Ya, pero a que no haces nada.
-No tengo tiempo - se defiende.
-Yo tampoco y aquí estoy, esperando a mi profesor particular, que a saber cuando viene - dije mirando a mi padre.
-Se vendrá con nosotros de viaje en nuestra siguiente parada.
-¿Y dónde es?
-Creo, no estoy seguro, que es Los Ángeles.
-¡¿LOS ÁNGELES?! - gritamos mi hermano y yo a la vez. Mi padre del susto tuvo que frenar de golpe.
-Sí, Los Ángeles y no gritéis que me habéis asustado - dijo poniendo el coche otra vez en marcha.

Mi hermano y yo nos pusimos súper contentos, dábamos palmas y hacíamos planes de lo que haríamos allí.

-Niños, no haceros ilusiones que aún no es seguro.
Mi padre aparacó y bajamos todos del coche.
-Mama, ¿tu sabes lo que sería ir a LA?
-No, no lo sé.
-Pues ya está. LA, espéranos - dije yo concluyendo la conversación.

Estuvimos toda la mañana viendo museos. A las doce yo ya estaba cansada de tanto museo.

-Oye, ¿podemos ir a ya a ver la Torre Eiffel? que me aburro - dije yo sentándome en un banco. Mi hermano me imitó.
-Yo también me quiero ir ya - dijo.
-Terminamos de ver esta exposición y nos vamos a ver la Torre Eiffel, ¿vale? - dijo mi madre.
-Vaaale - dijimos mi hermano y yo, levantándonos cansados.

Cuando acabemos de ver los museos, fuimos a ver la famosa Torre Eiffel. Después de dos horas de cola conseguimos subir a la segunda planta. Yo me quedé boquiabierta, era todo precioso visto desde allí arriba. No sabría cómo describir esa sensación, no tenía palabras, todo parecía que fuesen hormigas de lo pequeño que se veía. A las personas casi no se les distinguía, por no decir que era casi imposible.

-Yo queiro subir hasta la cima - dije yo levantando la cabeza.
-Sí, yo también - dijo mi hermano.
-Otro día, que ahora tengo hambre y la reserva no se puede anular, ya está pagada - nos comunicó mi padre.
-Otro día venimos tu y yo - me dijo mi hermano al oído, yo me limité a sonreirle y a darle un beso en la mejilla. ¿Cómo podía ser tan buena persona? Me preguntaba yo. Hay algunas personas que dicen que es mala persona pero eso me da a entender que no lo conocen lo suficiente, porque admito que mi hermano al principio como le caigas mal, no le vas a caer bien nunca. Me acuerdo, que con mi primer novio se estaba peleando la mayoría del tiempo, no le caí nada bien, y eso que ha sido uno de los mejores novios que he tenido, así que imaginaros como se llevaba con los demás. Es demasiado protector conmigo. Casi no me puedo acercar a ningún chico si él no lo conoce de antes.

Fuimos a comer a un restaurante con mucha clase y yo se podía decir que casi iba en chándal.

-Me podrías haber avisado que veníamos a un restaurante tan lujoso - le dije bajito a mi padre para que nadie me oyera.
-Te dije que era uno de los mejores de París.
-Ya, pero no me esperaba esto.

Mi padre le indicó al chico de la entrada su nombre y él nos acompañó a nuestra mesa del fondo. La comida transcurrió como otra cualquiera y hablando riendo. La verdad es que éramos una familia bastante unida. Cuando terminamos de comer mi padre nos dijo que él se tenía que ir, así que nosotros no pusimos rumbo a comprar ropa, complementos, zapatos, etc.



                                                 

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